Mariah Carey, polémica por su nuevo disco

Mariah Carey, polémica por su nuevo disco

Mariah Carey publica esta semana uno de los trabajos más arduos de su carrera, dilatado y postergado varias veces, con el que, según varios medios, es uno de los peores títulos de la historia de la música.

28/05

Mariah Carey publica esta semana uno de los trabajos más arduos de su carrera, dilatado y postergado varias veces, con el que, según varios medios, es uno de los peores títulos de la historia de la música.

"Me. I Am Mariah... The Elusive Chanteuse", algo así como "Yo. Soy Mariah... La cantante esquiva", devuelve al primer plano a la artista femenina con más ventas de la historia, la que solía alumbrar números 1 sin aparente esfuerzo (al menos, en EU.) y que desde "We belong together" anda más que huérfana de acierto.

Su single "#beautiful", que sí entró en el "top" 20 de la lista estadounidense, despejó el camino y hasta se avanzó otro posible título para el álbum, "The art of letting go", nombre de una balada de corte clásico que llegaría a presentar oficialmente, pero que al final ni siquiera figura en el repertorio estándar.

Prescindió de su eterno colaborador Randy Jackson y lo sustituyó por Jermaine Dupri, trabajando hasta el último momento, intentando dar sin acierto con la alquimia de éxitos como "Hero", "Always be my baby" o "My All".

Pasaron los meses, estrenó también sin pena ni gloria "You're mine (Eternal)" y, en la última semana, el juguetón r&b "Thirsty", de lo mejor de la nueva cosecha, aunque carece de la pegada de aquellos.

En "Me. I am Mariah..." se aprecia un esfuerzo por madurar, por realizar un ejercicio más concienzudo de música negra, con menos edulcorarante y unicornios que en los bochornosos y naifs "Charmbracelet" (2002) o "Memoirs of an imperfect angel" (2009), pero su estilo está ya tan marcado que es difícil (y quizás contraproducente) borrarlo.

Esto se aprecia en el acercamiento a estructuras clásicas del "soul" de los 60 ("Make it look good") y del disco-funk de los 70 (ojalá incidiera más en la línea de "You don't know what to do"), revisitadas por la batería de carísimos productores urbanitas para llevarlas a su terreno y darles en mayor o menor grado una pátina de modernidad.

Encontramos temas más desnudos, como "Cry", un tema a piano atípico en su producción, sobre todo para iniciar el álbum, y otros mucho más vestidos, con ideas interesantes como el arranque de "Money".

Sin embargo, al resultado final le falta inmediatez y consistencia, un poco más de melodía directa y menos arreglo, que es su peor vicio, menos rizo superfluo y menos grititos de delfín. ¿Necesita un talento vocal como el suyo una sobreproducción en la que esa prodigiosa voz se solapa a sí misma y ahoga el propósito inicial?

Y luego está lo de titular un disco conforme al autorretrato que alguien se hizo de niña como una artista de éxito: ¿se trata de un síntoma de honestidad fruto de un ejercicio de introspección o más bien de un clarísimo regodeo narcisista? Fastidiaros, abusones del colegio, "soy yo, soy Mariah".